domingo, 13 de febrero de 2011

Detesto a Lady Gaga

La excentricidad de la fama está por sobre el límite cuando la señorita en cuestión se pone un vestido hecho de carne. Es como llevar un cartel que dice “mírenme y no dejen de mirarme”, pero hecho de cadáveres. Su presencia siempre absurda, su adoración por las cámaras y más que nada su cantidad de fans, su éxito, son la prueba irrefutable de que algo no anda bien, de que estamos llegando irrefrenablemente al final del mundo. Mientras tanto la muchacha seguirá con su cara de poker.
Cher parece normal cuando sostiene la bufanda de Lady G. 

viernes, 11 de febrero de 2011

Detesto las barras de jabón usadas.


Detesto las barras de jabón en baños, especialmente en el baño de la casa de un amigo o conocido, durante una de esas fiestas incómodas en las que no estoy segura de que realmente quiera estar ahí. 

Ahí está, mugriento, esperando a resbalarse entre los dedos. Está usado—parece como si lo hubieran fregado antes, quizá esa misma noche, quizá hace algunas semanas, durante la visita de la madre de alguien, una de las únicas personas en haber entrado al baño y haberse lavado las manos después de orinar. Tiene esa apariencia: como si fuera a causar más daño que beneficio, como si me fuera a ensuciar en lugar de limpiarme.

Detesto especialmente levantar el jabón, pensando en que esa es la mejor opción, y encontrar un pelo—no importa qué clase—envuelto alrededor de mis dedos.